martes, 3 de mayo de 2011

MEDITANDO CON LA POSTURA CORRECTA?

Adoptar una postura correcta. Esto es lo primero que debemos aprender antes de empezar nuestros ejercicios de meditación. Adoptar una buena postura no es un capricho, ni se hace para “torturar” al estudiante que suele pensar: “que más da como me siente, total solo tengo que meditar”.
Sin embargo la postura es la base sobre la que construiremos nuestra meditación. Una buena postura facilita la respiración, que se expanda el pecho y que la columna esté alineada. Por eso, antes si quiera de realizar el más básico de los ejercicios, deberemos comprobar que nuestra postura es la correcta. ¿Cómo saber si estamos bien sentados? Suelen decir varios maestros, que si al sentarnos para meditar notamos que nos encontramos excesivamente cómodos, es que algo va mal.  No es que tengamos que sentirnos mal, pero si es cierto que sobre todo al principio, la postura de meditación es algo incómoda.

En primer lugar, y salvo que tengamos problemas serios de espalda (en cuyo caso podemos usar una silla) nos sentaremos sobre un zafú, o incluso sobre una manta doblada, para ganar cierta altura. Ojo, no debemos sentarnos en el centro, dejando caer todo nuestro peso, sino más bien en el borde, favoreciendo la elevación de la columna.
Una vez sentados, cruzaremos las piernas de la forma en la que nos encontremos más cómodos. Cualquier cruce sencillo es válido. Si tenemos cierta destreza, incluso podemos realizar padmasana (o postura del loto) pero no es algo imprescindible, y a veces ni deseable por la tensión que puede generar en caderas y rodillas si no estamos muy acostumbrados.
Finalmente, lo más importante es alinear bien la columna, de tal forma que abramos el pecho. ¿Cómo hacerlo? Empujaremos las lumbares hacia delante, hasta que notemos una ligera molestia (esta molestia se produce porque no estamos acostumbrados a sentarnos correctamente). Este movimiento provoca que  si elevamos también la columna, la caja torácica se expanda hacia los lados y ligeramente hacia fuera. Finalmente, echaremos los hombros ligeramente hacia atrás, para que queden un poco detrás de las orejas. El cuello se mantiene recto, pero relajado, de modo que no se cierre sobre las cervicales.
Si se cansan las piernas, puedes estirarlas y cambiar el cruce cada cierto tiempo. Cambiar el cruce es importante ya que de esta forma repartimos el peso en ambos lados del cuerpo, con lo que el desgaste en las caderas es menor. Una vez que aprendes a sentarte correctamente, habremos entrado en el camino de la meditación